Mundo hormiga by Charlie Kaufman

Mundo hormiga by Charlie Kaufman

autor:Charlie Kaufman [Kaufman, Charlie]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Psicológico, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 2020-01-01T00:00:00+00:00


CAPÍTULO 45

Poco que señalar de mi vida de vigilia. La gente enferma o no, la gente muere o no, veo la televisión o no. A veces fumo sin recordar haber encendido uno. Sigo yendo a un hipnotista demente e intentando recordar una película de un caballero afroamericano fallecido. Vendo zapatos de payaso plegables. Como hamburguesas de Slammy. En mi vida de vigilia, no novelo. Ni seré muchas otras personas, como las seré en mis sueños. De hecho, ni siquiera, mientras estoy despierto, soy del todo yo. Creo que, si tuviese la valentía de ser yo completamente, por algún motivo sería una persona más interesante. Creo que atraería a la gente. Creo que no estaría solo. No soporto creer que lo que soy mientras estoy despierto es la totalidad de mi yo. Me desato de la silla de dormir y llevo a cabo mis abluciones matutinas. Después me dirijo a la consulta de Barassini.

Hoy Tsai está haciendo de recepcionista, y me cuesta incluso mirarla, de lo bajo que ha caído en mi estima.

—¿Café? ¿Agua? —me ofrece.

Meneo la cabeza, me siento y entierro la cara en un número antiguo de Hipnoticias, una especie de periódico gratuito para hipnotistas. Un tipo vende un par de hipnogafas que dan vueltas, sin usar. Es el anuncio más triste que he visto en mi vida.

—Cuénteme.

Ahora sigo a Molloy, delgado y rígido, que baja por una calle Glendale tranquila, musitando un número para sí, haciendo ambos papeles, rematándola.

—¿Sabes, Molloy?, el mundo está lleno de gente con todo tipo de costumbres raras.

—¿Te refieres a españoles de esos que se llenan las botas de vino?

—¡No digas tonterías!

Llega a un bungaló de estilo español, llama. Marie abre la puerta, fumando, taciturna, le bloquea el paso.

—Hola, Chick.

—¿Está Bud?

—No.

Pero Molloy oye que Mudd está en plena conversación animada en alguna parte tras una puerta cerrada. Aparta a Marie, entra y sigue la voz. Abre de golpe la puerta del salón. Mudd y Joe Besser,[87] riendo, levantan la vista de una mesa repleta de papeles. Mudd deja la carcajada a medias.

—Chick —dice Mudd.

—¿Este es Chick? —dice Besser— Hostias, se parece a ti.

—¿Qué está pasando aquí? —pregunta Molloy.

—Joe, ¿nos das un minuto? —dice Mudd.

Besser mira a Mudd, después a Molloy y después otra vez a Mudd. Se levanta, pasa junto a Molloy, demasiado cerca.

—Esto te va a doler —susurra Besser, y sale, cierra la puerta tras de sí.

Mudd baja la vista hacia la mesa. Molloy espera.

—Mira —dice Mudd—. Creí que se había terminado. Los médicos dijeron que ni siquiera ibas a salir del puñetero coma. Tuve que hacer planes. Marie quiere que tengamos familia. ¿Qué se suponía que tenía que hacer, Chick?

—O sea que me sustituiste por Besser…

—Joe no es ningún sustituto, Chick. Es un número completamente nuevo. Nadie podría sustituirte.

—Mudd y Besser. Suena ridículo.

—Lo sé. Estábamos pensado que quizás Bud y Besser…

—No podéis hacerlo con tu nombre y con su apellido. Eso no se hace. Nadie lo hace. Nadie lo ha hecho nunca.

—Pero tiene las dos bes. Así que… No sé. Los lumbreras lo llaman aliteración.



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